viernes, 26 de enero de 2007

En caída libre

Por momentos nos sentimos en el fondo del pozo. No sabemos cómo salir. Otras la hemos pasado de maravilla.

La vida es como el ascenso a los picos elevados. Los montañistas se sienten bien en los niveles inferiores pero están lejos de la cumbre. Y saben que cuando les empieza a faltar el aire, a sentir que los pulmones están a punto de estallar deben hacer un alto para ver cómo seguir pero no tienen duda que están más cerca del objetivo.

Estamos tan faltos de perspectiva general que nuestro análisis se limita al malestar presente y no podemos ver que siempre estar mal es la posibilidad de estar mejor. No a veces, siempre. Jamás creces el día que decides pasar un bonito día de campo o una maravillosa cena. Despegas el día que decides que el que eres ya no te interesa, te molesta, te pesa, te disgusta. Es la oportunidad de encontrarte con uno que te va a ir mejor. No la desaproveches. Mira qué te molesta y decide no hacerlo más, cada cosa. Si no comenzaras a hacer el cambio otra vez volverá el malestar para recordarte que así la vida no se va a amigar contigo.

Estar mal es la necesidad del encuentro con tu más profunda esencia. Infinitamente natural y fantástica. Sólo cuando este proceso se inicia se alcanzan a comprender estas palabras que aquí no tienen más forma que un ladrillo hueco.


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