miércoles, 15 de agosto de 2007

Ningún Santo se ha arrepentido


No tengo ninguna duda que el camino del hombre es la santidad. Pero lo siento tan diferente a lo que imaginamos, a priori, por santidad en el contexto de las Iglesias. Creo que algunos datos históricos o ciertas láminas de época lo relacionan al sufrimiento y nada más alejado de eso.

La santidad es un estado de luz del que no se quiere regresar.

Dios me permitió experimentar un estado de paz y de felicidad infnitos durante un período de tiempo que no habrá estado más allá del par de meses. Pensé que de algún modo nos debe orientar para evitar tanto extravío, con una sutileza que nos lleva a creer que tal estado fue una elección personal.

Me pregunté: ¿cuántos otros como yo sentirán en cierto momento de una manera especial? Algo así como el reconocimiento que una manera de vivir diferente existe, una luz, una señal, una revelación.

Experimentar a Dios es un estado de gracia en el estricto sentido de la palabra y cuando ocurre sabemos que casi no es posible que haya marcha atrás y se comprende porque los Santos y Santas no se han arrepentido.

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