En cierta ocasión, en casa del Baal Shem Tov, sus jóvenes discípulos festejaban la festividad del Júbilo bailando y bebiendo y a cada momento traían cántaros de vino de la bodega de la casa. La mujer del Baal Shem Tov, preocupada, le dijo a su marido:
- Si siguen bebiendo de esta manera, pronto se acabará el vino y nos faltará para la santificación del sábado.
- Tienes mucha razón- respondió el Baal Shem Tov, riendo - Ve tu misma y diles que se moderen.
De modo que la mujer fue a hacerlo y al abrir la puerta de la sala vio a los jóvenes que bailaban en círculo de bailarines y por sobre ese resplandeciente círculo una no menos resplandeciente corona de grandes llamas azuladas.
Entonces la mujer tomó un cántaro vacío con cada mano y se precipitó a la bodega en busca de más vino para los bailarines.
jueves, 30 de noviembre de 2006
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