Un mercader de camellos, un árabe que atravesaba el desierto del Sahara, acampó para pasar la noche. Los esclavos levantaron tiendas y clavaron estacas en el suelo para atar a los camellos.
Hay sólo diecinueve estacas y tenemos veinte camellos; ¿cómo atamos al vigésimo camello?- le preguntó un esclavo al amo.
Estos camellos son animales tontos. Hagan los movimentos como para atar el camello y permanecerá quieto toda la noche.
Eso hicieron y el animal se quedó quieto allí, convencido de que estaba atado. A la mañana siguiente, al levantar campamento y prepararse para continuar el viaje, el mismo esclavo se quejó al amo de que todos los camellos lo seguían, excepto aquel, que se rehusaba a moverse.
Se olvidaron de desatarlo -dijo el amo.
Y el esclavo realizó entonces los movimientos como si lo desatara...
Esta es una imagen de la condición humana. Estamos atados a cosas que no existen, tenemos miedo de cosas que no son
miércoles, 6 de diciembre de 2006
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