lunes, 5 de marzo de 2007

La espiritualidad desde abajo. Anselm Grun


La condición para experimentar la gracia de Dios es siempre el reconocimiento de la propia nada, del fracaso de todo voluntarismo en el tratamiento de las enfermedades del espíritu.

Cuando el alcohólico ha llegado a confesar que está destrozado y que ya no tiene voluntad frente al alcohol, es cuando puede empezar a sentirse fuerte confiando en Dios. Sobre las ruinas de sus vanos esfuerzos nace vigorosa una nueva relación con Dios como medicina eficaz.

Herman Hessse experimentó en su propia carne estas contradicciones de los esfuerzos humanos. En una de sus cartas escribe que el camino de la lucha por el bien termina inevitablemente en desesperación y fracaso, es decir, termina en la comprensión de que no existe realización pura de las virtudes, ni obediencia perfecta, ni un servicio cumplido, que la justicia es un ideal inasequible yla bondad un bello deseo irrealizable. Este pesimismo lleva o al hundimineto espiritual o a instalarse en un tercer mundo del espíritu, es decir, una atmósfera y vida nueva más allá de la ley y de la moral, en un anticipo de gracia y salvación, en un nuevo género de suprema irresponsabilidad, dicho en una palabra, a la fe.
Sólo cuando se ha llegado a la conclusión de la imposibilidad de vivir por una parte una vida según la voluntad de Dios y por otra, a la convicción de no ser posible transformar nuestras deficiencias con el propio esfuerzo, se está en disposición de comprender el alcance del abandono total y confiado en las manos de Dios.

Se trata por tanto en la espriritualidad desde abajo de un proceso de maduracìón humana y del descubrimiento del tesoro mediante un análisis de los pensamientos y deseos, de las heridas y enfermedades en la lucha por la vida; y se trata también de hacer una nueva experiencia de fe en el lugar y momento en que se ha comprobado que las posibilidades humanas han tocado techo y no llegan a más.

A partir de esta constatación se trata de establecer un nuevo género de relación con Dios y sentirse completamente a solas con él.

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