martes, 5 de junio de 2007

Libro - 2da entrega

Hubiera arriesgado muchas hipótesis en mi adolescencia de cómo podría ser el mundo entrado en el siglo XXI pero no me hubiera atrevido a creer que habrías noticias de la esclavitud, la trata de blancas, la pedofilia, el maltrato físico, verbal o psicológico casi como un standart, las jornadas laborales de 9 horas o más preconfiguradas como normales de una era tecnológica que, para ese entonces, ni se sospechaba el nombre.

Esta globalización que nos acerca el mundo nos produce que el dolor del otro ya no nos resulta tan ajeno y no sé si a Ud. le ocurre lo mismo que a mí que no puedo quedarme en paz con tanto espanto. En realidad arriesgaría a creer que a Ud. le pasa lo mismo aunque lo asimile o lo niegue ignorándolo. Y tanta tristeza, o dolor, o malestar que atribuye a otra cosa o que no acierta a ponerle nombre sea en gran parte por todo lo que en el mundo de hoy no le convence y no puede digerir.

No siente a veces que nació en el mundo, tiempo, barrio, ciudad o país equivocado? No siente que con tantos valores Ud. ha quedado devaluado y ridículo o al menos inútil?

A mí educaron para un mundo de respeto, de dignidad, donde el otro vale porque vale, porque lo merece no importa cuanto gane, si gana, o donde viva. Si es alto o bajo, rubio o morocho. Si trabaja de gerente, de mozo, de médico, de electricista. Pero a fuerza de lo cotidiano esto no sirvió para sentirme especial sino hasta cierto modo imbécil. De hecho había comenzado a transgredir algunas normas, menores, pero transgresiones al fin, hasta que pude ponerle nombre a tanta resistencia de mi parte y ver que respetar las normas formaba parte de mí y no hacerlo me extraviaba. Encontré, en esta pequeña verdad, la reconciliación conmigo y una manera posible de funcionar.

De todas maneras esta verdad fue como un pie en el siguiente escalón. Fue simplemente una mejora a mi autoestima. No alcanzó esta verdad para calmarme el otro malestar. Ese que me socavaba internamente sin entender por qué. Busqué pistas en los libros y el hojeo rápido de muchos de ellos no alcanzaron a convencerme de que alguno pudiera dar respuesta. Pocos lograban casi acertadamente poner en caja el síntoma pero se encontraban ausentes de fórmulas curativas, mitigantes o cuanto menos orientadoras.

Por esa necesidad que no pude cubrir de encontrar las palabras acertadas para reintentar el equilibrio fue que decidí escribir estas líneas. Que tiene el fin práctico de tender una mano desde la boca del pozo en el que te hundes tratando de llegar allí y asirte hasta la superficie. Lo que hagas allí será tu historia pero sé que en el escaso espacio de la tristeza estás sin fuerzas y éste es un intento de ponerte alas. Unas alas cortas, escasas, que apenas lograrán sacarte del pozo si es que lo logran. Tú deberás ser luego el fabricante de unas mejores que te permitan levantar vuelo más allá de la estrecha cueva.

No hay comentarios:

 
Free counter and web stats