Dios y la felicidad, para mí son sinónimos.
La felicidad no podemos dibujarla, ponerle palabras, esperarla atrás de la puerta o salir a buscarla.
Hacemos intentos, cosas, compras, acciones, conductas, pensamientos para asir la felicidad y a veces lo logramos por un pequeño espacio de tiempo, algunas horas y cuando estamos de fortuna, varios meses.
Así de inasible y fantástico es Dios. Dios es mi aventura es el título de un libro que alguien citó en otro y a mí me resultó que me reflejaba.
Ayer estuve en un hospital público y entró una hermana a consolar a las enfermas. Tenía una sonrisa auténtica, amplia, eterna... y supe que allí estaba Dios presente.
Sólo esa idea de Dios quiero. Una felicidad eterna que ayer así por unos pocos minutos.
miércoles, 8 de agosto de 2007
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