lunes, 18 de febrero de 2008

La pérdida del contacto con lo Sagrado en el ser humano contemporáneo - Por Fanny Libertun

En casi todas las tradiciones culturales del mundo podemos observar variadas formas de expresión que indican que el hombre necesita -y ha necesitado siempre- encontrar alguna conexión entre una realidad a la que vive como “tangible y material" y otra que se encuentra "más allá de ella". El misterio de nuestra existencia, hace que casi todos nos preguntemos alguna vez acerca del Universo; el sufrimiento inherente a la vida nos inclina a tratar de comprender el significado de nuestro dolor y también las causas de nuestro nacimiento y muerte.

Algunas personas nunca logran acceder a estos cuestionamientos porque necesitan cubrir sus necesidades básicas; otras las tienen cubiertas pero no se formulan preguntas más allá de su realidad práctica y concreta porque la consideran única; otros adhieren a religiones que les proveen de datos o explicaciones ya construidas.

El contacto con la dimensión de lo Sagrado se constituye en una exploración compleja y difícil para aquellos buscadores que saben que no tendrán todas las respuestas y también que el problema no reside únicamente en nutrirse de otros que sí conocen la verdad.

Recurramos a la experiencia de las tradiciones antiguas, en este caso a la filosofía china ancestral. Desde esta perspectiva, se habla de tres dimensiones de la condición humana: el cielo, la tierra y el ser humano, analicemos cada una ellas por separado aunque en verdad abarquen una unidad inseparable.

Los humanos permanecemos erguidos con los pies sobre el suelo y la cabeza orientada hacia el cielo. Estamos aquí en un envase-cuerpo que nos impone permanecer en esta postura, parados sobre nuestros pies que se afirman en la tierra, lo cual implica la necesidad de respetar el mundo y a nosotros mismos en el plano raso, el principio terrenal. Si relacionáramos a este plano con aspectos de nuestra existencia, podríamos identificar algunos ejemplos de situaciones propias de este principio: el manejo de los recursos; los problemas y enigmas que nos causa el uso del dinero; la administración del tiempo; el cuidado del cuerpo y las enfermedades; las dificultades que se producen a partir de las situaciones concretas que vivimos a lo largo de nuestras historias personales; el goce material y también muchas de nuestras contradicciones con respecto a la importancia que concedemos a la materia, la coincidencia o no entre los objetivos concretos y nuestro deseo y así en más, podríamos enumerar cientos de situaciones vinculadas al mundo "concreto", mundo que para algunas personas, es el único que cuenta.

Pero nuestra cabeza también se orienta hacia el cielo que nos rodea y nos permite ver cosas que se hallan mucho más allá de nuestras preocupaciones ligadas a la supervivencia inmediata, vemos el cielo, las estrellas, los planetas y el espacio inmenso que rodea la tierra. A pesar del aparente significado de las preocupaciones terrenales, basta con ascender unos cuantos metros para que las cosas empiecen a perder parte de su importancia. Cuando ascendemos verticalmente -algo que nuestra conciencia siempre puede hacer- más nos adentramos en el espacio insondable. Y es que la conciencia humana no pertenece tan sólo a esta tierra y nuestra vida solo cobra sentido en el trasfondo que le proporciona el espacio infinito. Este es el principio celestial. Finalmente, la postura humana básica, a diferencia de los animales -que caminan a cuatro patas y protegen su parte delantera- genera que el ser humano exponga al mundo su vientre y su corazón, los centros en que se asienta el sentimiento. Y es precisamente esta exposición al mundo de nuestra parte delantera más vulnerable la que permite que el mundo y los demás puedan conmovernos. Éste es el tercer elemento -la dimensión humana- de la tríada cielo-tierra-ser humano.

Si no logramos equilibrar estas tres dimensiones, en algún sentido de nuestras vidas nos sentiremos perdidos. Si sólo nos ocupamos de las cuestiones ligadas a la supervivencia, acabamos pegados a la tierra y hundiéndonos en ella. Si, por otra parte, no tenemos adecuadamente en cuenta nuestras necesidades terrenales, acabamos desconectándonos de la tierra y perdiéndonos en ilusiones y autoengaños. Si, por último, tratamos de negar nuestros sentimientos, de dejar de lado nuestra ternura, acabamos atrapados en la coraza del carácter que desarrollamos para proteger nuestros vulnerables centros sensibles. Ser enteramente humanos significa tender puentes entre la tierra y el cielo, en la forma y el vacío, entre la materia y el espíritu.

Es cierto que nos resulta más fácil comunicarnos acerca de la dimensión terrenal y que cuando intentamos conectarnos o hablar acerca del espacio Sagrado, surgen dudas y confusión. No es un espacio acerca del cual sea fácil ponerse de acuerdo. ¿Cómo hacemos para diferenciar entre lo Sagrado y los espejismos o mecanismos defensivos que -artificialmente- nos fabricamos para soportar la realidad?. Y cómo hacemos también para encontrar -en medio de nuestra vulnerabilidad frente a la vida- la diferencia entre quienes pueden guiarnos y quienes tan solo necesitan de nosotros para lograr un beneficio personal?. El movimiento Transpersonal revitaliza la posibilidad de pensar acerca de esta dinámica a partir de conceptos tales como el de ESENCIA, que describe que cada uno de nosotros encarna una porción del Todo, de lo Sagrado; lo Divino no concebido como separado del ser humano.

Esa "porción" de la Totalidad, es aquello que uno era aún antes de nacer, que seguirá siendo aún después de morir y que no está atada a las leyes terrenales del tiempo y de la materia. A su vez, necesita atravesar la experiencia humana, y nutrirse de aprendizajes para evolucionar.

Si integramos esta visión en nuestras prácticas cotidianas, nos percataremos que nuestra vida misma nos lleva al contacto con lo Sagrado. Más aún, podremos experimentar también que nosotros somos lo Sagrado y que todos y cada uno de nosotros podemos acceder activamente a explorar estos espacios.

Esta dimensión se constituye en una presencia que podemos experimentar directamente, pero que no podemos capturar mediante palabras; de la misma forma que tampoco podemos describir un color, explicar porqué nos gusta un tipo de música y no otro o expresar con exactitud ideas o sentimientos personales. Como tantas veces se ha dicho y tan pocas enseñado en la práctica concreta, la tarea consistiría en tomar conciencia y asumir que somos lo Sagrado. El mapa no estaría indicando que hay que ir a buscar muy lejos sino todo lo contrario, deberíamos dirigirnos a aprender a encontrar aquello que está cerca. Más que ir hacia el Todo dejando atrás nuestra presencia, lo que cuenta es vivir atentos a la totalidad de nosotros mismos, encontrando las claves en nuestro propio corazón abierto y en la sencillez de la experiencia cotidiana.

Lic. Fanny Libertun .Psicóloga y Psicopedagoga.
En su estilo de trabajo emplea el marco Humanista y Transpersonal, que integra los enfoques de Oriente y Occidente sobre el desarrollo del ser humano, junto con la Astrología Psicológica como herramienta terapéutica. Entre otros instrumentos, utiliza la aplicación de estrategias de meditación en su abordaje clínico. www.zonatranspersonal.com.ar. Mail: info@zonatranspersonal.com.ar

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lograr el equilibrio es una árdua tarea, pero llena de interés, y en el logro de ese desempeño está nuestra esperanza.

Cuando supe de la existencia de la Psicología Transpersonal, me dio mucha alegría porque por fin se permitía el paso a un plano sobre el que dificilmente pueden hallarse explicaciones pero sí experiencias de enorme riqueza.

Gracias por esta aportación "en español"

José Ignacio Lacucebe dijo...

Como no existen las casualidades, aprecio esta entrada porque, en el tiempo, responde, en parte, a la última mia.
No conozco nada de Psicología transpersonal.
Miraré las www que dices.
La reflexión de Fanni está en la línea de mi actual comprensión.
Tengo claro que el Misterio es posible que nunca se alcance pero al mismo tiempo conocemos que la Iluminación es posible.
En mi texto intento expresar que Realidad es lo que aqui llama Tangible, incluyendo el conjunto de pensamientos.
La conciencia forma parte de esta realidad ya que su etimología viene de "conocer" y conocemos cosas reales y falsas y todas son tangibles o reales.
Pero la verdad ¿es solo posible por iluminación, es decir aquella comunicación que no recibimos por reflexión sino por discernimiento?.
Besos cielo.

Lidia M. Domes dijo...

"Más aún, podremos experimentar también que nosotros somos lo Sagrado y que todos y cada uno de nosotros podemos acceder activamente a explorar estos espacios."
COMPARTO!!!! Excelente nota!!!

Es un placer pasar por acá!!!

Abrazos...

Lidia

José Ignacio Lacucebe dijo...

Esencia es Presencia.
Cielo, tierra, persona.
El Cielo y la Tierra son generosos con todos los human@s, bueno y malos, de color o sin color, altos y bajos. Actuan bajo el principio de la gratuidad.
la persona como deriva del griego es la "careta de los comediantes a traves de la que emitían sus voces anónimas".
El equilibrio creo que tiene mucho que ver con nuestra actitud de gratidad que nos equilibra con el Universo enter, con la Entidad suprema, con Dios.
Besos chicas.

 
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