jueves, 1 de mayo de 2008

Cuento sobre una orden franciscana











Cuenta la leyenda que había una vez, en el siglo XIX en Francia, un monasterio que atravesaba grandes dificultades. La orden había sido poderosa pero a la actualidad había quedado reducida al abad y tres hermanos.

Mientras meditaban angustiados sobre la desaparición inminente de su orden, el abad tuvo la idea de visitar en su ermita a un rabino que vivía en una ciudad vecina, con la remota esperanza de poder salvar su monasterio.

El rabino recibió al abad con alegría pero cuando este le explicó el motivo de su visita dijo con gran tristeza:

- Conozco el problema. La gente está viniendo muy poco a la sinagoga. Sólo puedo ofrecerte mi comprensión.

El anciano abad y el anciano rabino lloraron juntos. Luego el rabino leyó pasajes de la Torá mientras el abad lloraba de emoción. Finalmente el abad tuvo que partir.

- Es maravilloso que nos hayamos conocido después de tantos años, dijo antes de salir. Qué podría ud, decirme para salvar mi orden moribunda?

- No tengo consejos para darle. Sólo puedo decirle que el Mesías es uno de Uds.

Cuando el abad llegó al monasterio refirió su grato encuentro y comentó la frase de despedida que el rabino había pronunciado.

Durante los días, semanas y meses siguientes los viejos monjes meditaron sobre las palabras del rabino y su posible significado. Todos se hacían preguntas como estas:

¿El Mesías es uno de nosotros? si es así... quién? ¿Tal vez se refiere al abad?. Claro que tal vez se trate del hermano Tomás, es una verdadera luz en nuestra orden.

Desde luego que no se refería al hermano Pascual! El pobrecito está un poco senil. Pero, pensándolo bien, aunque fastidia a todos con su chochez, el hermano Pascual casi siempre tiene razón a veces expresa verdades profundas. Tal vez se refería al hermano Pascual...

Pero no al hermano Francisco. Francsico es tan pasivo, tan insignificante. Sin embargo tiene el don misterioso de aparecer cuando uno lo necesita, como por arte de magia. Tal Francisco sea el Mesías...

Evidentemente el rabino no se refería a mí, que soy una persona común y corriente. Pero ¿y si hablaba de mí? ¿si acaso soy el Mesías? Dios mío, no puedo ser yo tu enviado, ¿o sí?.

El el curso de estas meditaciones cada monje empezó a tratar a sus hermanos con extraordinario respeto ante la remota posibilidad de que fuese el Mesías.

El monasterio estaba situado en un bello bosque donde la gente iba a paear, merendar o simplemente sentarse en la hierba. Sin ser conscientes empezaron a percibir un gran respeto que parecía rodear a los viejos monjes e impregnar la atmósfera del lugar. Sin saber por qué empezaron a visitar el monasterio con más frecuencia y a traer consigo a sus amigos para que conocieran ese lugar especial, y sus amigos trajeron a otros.

Un día, varios hombres jóvenes de los que solían visitar el monasterio se pusieron a conversar con los ancianos monjes. Pasado un tiempo uno de ellos quiso ingresar a la orden. Luego otro y otro más. Así en pocos años volvió a florecer todo y el monasterio, gracias al don del rabino, se convirtió en el vigoroso centro de luz y espiritualidad que una vez había sido.

Y el milagro sucedió por un cambio de mirada. Un cambio en la forma de ver al otro y a sí mismo basado en el amor y el respeto.

Este texto ha sido tomado (y acortado en partes) del libro"Con los pies en la tierra y el corazón en el cielo" de David Lifar.
David junto a su esposa Iana dirigen el instituto de Yoga más reconocido de Argentina, fundado por Indra Devi, quien difundiera esta disciplina en el país.

5 comentarios:

Hada Saltarina dijo...

Tengo un libro de David Lifar, y hay una historia que me emociona... Cualquier día te la comento.
Ésta es muy bonita. Nos enseña a ver siempre lo bueno; y es verdad, con lo positivo conseguimos respetarnos y atraer. Buena lección para tener en cuenta.
Un abrazo

Nora dijo...

Mes has sorprendido Hada! No imaginé que hubiera tenido difusión en España. Tienes historias muy bonitas... tú te refieres al de la lechera o al del hijo del rabino??
Has leído de Ramiro Calle?
Un beso!!
Pasión

Hada Saltarina dijo...

¡Pues ese mismo libro lo tengo yo! Y he de decir que me encanta. La historia de la que yo hablo es la que se titula "Alberga un corazón puro". La tengo como borrador, y en breve, a lo mejor la pongo en mi blog.
Gracias por recordarme este libro que de tanto en tanto ojeo y disfruto con sus profundas enseñanzas transmitidas de forma muy sencilla.
Un abrazo

DE LA MANO DE TERESA DE JESUS dijo...

Que hermoso cuento y cuanta verdad en el. No conocia el Libro, voy a buscarlo para leerlo.

Un abrazo, Teresa

Nora dijo...

Ja!!
Sabes hada?
Cuando te propuse los dos cuentos que mas me habían gustado... uno no era el del hijo de rabino sino del brahmín y se llama "Alberga un corazón puro".
Estamos en sintonía!!


Teresa:
Me alegra que te haya gustado. Compartenos el que te guste si es que lo compras.
Un beso enorme para ambas!
Pasión

 
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