Era un aspirante espiritual muy inquieto y activo. Siempre necesitaba estar haciendo algo, tanto en el ámbito espiritual como en el doméstico. No dejaba de hacer. Su intención era pura, pero siempre estaba activado en uno u otro sentido. Se reunión con un sabio de la localidad y le dijo:
-Busco incansablemente la iluminación, respetado sabio. Y la verdad es que siempre estoy haciendo algo.
- Pues lo que tienes que intentar hacer es dejar de buscar y dejar de hacer -aseveró el sabio-. Cuanto más persigas a tu sombra, menos la alcanzarás. ¡Detente! Hasta el riachuelo se detiene al llegar al océano. ¡Detente! Hasta el caballo de carreras se detiene al llegar al establo. ¡Detente! Hasta el tigre se remansa al atardecer. ¡Detente!
- Pero ¿no debo buscar la iluminación?- preguntó extrañado el discípulo.
- Detente y ella te buscará a tí.
De los "Cuentos espirituales de la China" de Ramiro Calle
lunes, 26 de febrero de 2007
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