sábado, 17 de febrero de 2007

Esperando a Dios


Que la humedad, el calor, el clima... La charla con el taxista derivó en un intercambio de pareceres sobre los lugares de veraneo y si ya habíamos salido o no de vacaciones.

Sobre el final me dice: "Si no salió que le vaya bien y si ya salió, como yo, nos quedarámos aguantando acá hasta que Dios diga". Esa frase casi logra atrapar mi pie en la salida del auto y una sensación imperceptible de estar petrificada me acompañó hasta la puerta de casa. Dije "no" para mis adentros. No es razonable que simplemente esperemos aquí hasta que Dios diga. La vida no puede tener un propósito tan deslucido, tan anodino. Y se me ocurrió que Dios debe estar en esos momentos diciendo lo mismo "y acá estoy esperando a que se decida..."

A veces siento cierto pudor de poner en mi boca frases que imagino de su parte pero es mi manera de incorporarlo en lo cotidiano. Cada cosa que me ocurre o que no. Cada fenómeno de la realidad que pueda justificarlo me hace pensar en su parecer. Y me consuelo con la frase de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". Si Dios no ingresara así en cada ocasión no tendría sentido su existencia o la mía. Es en este mar apretujado donde cada gota se confunde con otra donde debemos percibir su acción. Ir a visitarlo una vez a la semana a un lugar donde no siento que esté, carece de sentido. Yo lo necesito vivo, en acción, en cada fenómeno de mi existencia, para consultarle, para pedirle un favor, para agradecerle, para que me guíe. Cómo podría ir a visitar una vez por semana a alguien que no veo para estar sola con El en un mar de gente. Quien pueda hacerlo está fantástico. A mí se me hace hasta contradicción en el cuerpo. Si no siento que El está presente en cada segundo de mi existencia, incluso con su ausencia, no tendría sentido para mí siquiera que exista.

En uno de los cuentos jasídicos, lamento no recordar cuál, un discípulo le hace el siguiente comentario a su maestro: "a veces percibo que Dios me acompaña pero a veces siento que se aleja y esto puede durar bastante tiempo". Y el maestro le responde: "Cuando un padre trata de que su pequeño hijo comience a caminar solo le aleja su mano pero sigue estando allí, muy cerca".

En mi caso particular aprendí a comprender estos vaivenes de la relación con Dios como un mensaje de su parte.


Lamento no haberle dicho al taxista que no se quede esperando. Quizás estas líneas tengan el cometido de reparar la omisión con otros.

No hay comentarios:

 
Free counter and web stats