viernes, 20 de abril de 2007

Teresa de jesus - Relatos maravillosos

Dios se vive desde muchos planos. Desde uno intelectual, falible y escaso, donde uno comete la torpeza permanente de imaginarlo hombre.
Desde la necesidad donde uno implora que nos provea o nos acompañe.
Desde lo mágico, el plano trascendente por el que queremos viajar sin saber cómo. Quizá sea este el que más me gusta. Yo pido y pido bastante. Cada día requiero algo, que me ayude a hacer tal trabajo, que me ayude a no odiar, que me ayude a controlar mis impulsos...pero reconozco que el plano que me fascina es este donde puedo conocerlo desde una dimensión que yo no acertaba a imaginar. Y para conocerlo desde este plano necesito ayuda. De algunos que hayan estado más cerca. Si tu eres como yo y quieres acercarte a su plano de trascendencia, recomiendo la lectura de los santos. Esos puros de corazón, como dicen las Bienaventuranzas, quienes verán a Dios.

Traigo aquí, entonces, algunos párrafos extraídos de Teresa de Jesús del Libro "Se trata de amar mucho" que contiene Autobiografia, Camino de Perfección y Moradas. Es un libro muy pequeño que se lee muy rápido y pareciera ser una extracción de los mencionados.


Algunos párrafos:

"Cuando tomé el hábito, el Señor me dio a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirlo (*). Me dio una alegría tan grande de ser monja que nunca jamás me faltó hasta el día de hoy.

Transformó Dios la sequedad que tenía en el alma en grandísima ternura. Me deleitaba en todas las cosas del convento. Algunas veces, cuando estaba barriendo, justo en las mismas horas que antes dedicaba a peinarme y arreglarme, sentía una renovada alegría de verme libre de esas preocupaciones. Yo misma me asombraba de esa alegría sin entender de dónde venía".

(*) A mí me gustaría hacer una reflexión sobre servir a Dios porque me he dado cuenta que una parte importante de los conflictos en relación con EL está en las palabras.
Servir sugiere tanto que puede implicar servicio o servidumbre y de algún modo en el contexto en que me muevo acaso la gente lo relacione más en su segunda acepción.
Yo quisiera decir mi experiencia personal porque las palabras son palabras y no tienen una verdad intrínseca, son una forma de expresión de nuestra verdad individual. En este sentido yo he llegado a percibir que servir a Dios es no servir a nadie. No se trata de una actitud servil donde espero recibir favores por algo cumplido. Servir a Dios es dejar de preocuparse por las cosas del mundo y dejarse llevar por sus intenciones. Esto nos pone en un marco de despreocupación donde lo básico estará y sólo nos queda disfrutar de lo impensado.

Y un párrafo fuerte desde otro lugar de su libro:

Un día, al comulgar, vi dos demonios que rodeaban la gargante del pobre sacerdote y entendí que estaba en pecado mortal. Me sentí tan turbada que no sé cómo pude comulgar. El mismo Señor me dijo que rogase por ese sacerdote. Me había dejado ver aquello por una razón: para que entendiese la fuerza que tienen las palabras de la consagración, que él no dejaba de estar presente en la hostia, por más malo que fuera el sacerdote que celebra la misma, para bien de toda la gente".

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