Yo escribí un libro hace un año atrás. Fue una experiencia maravillosa y un resultado deslucido. No alcancé a poner lo que creo que hubiera hecho falta pero algo me lleva a pensar que podría haber sido escrito por varios de uds. y esta la razón para compartirlo. Quizá lo único que hice fue poner en palabras lo que tantos quisieran decir.
Este libro tiene un fin práctico: romper los paradigmas. De no tenerlo no tendría ninguno. Nació de la angustia de sentir que la vida no podía tener explicación en sólo estar bien, ser bueno y pasarla razonablemente bien aunque la razón estuviera de su parte. Había otra razón en mí que lo desmentía y de un modo tan certero que me sabía dispuesta a morir pero no a permanecer. Aunque lo de morir constituyera un extremo virtual que nunca me hubiera atrevido a confirmar en la vida real.
Ya no sé cuando la angustia se instaló en mí. Pero no encontraba una manera gentil de despacharla sin que se me fuera la vida. Por momentos un calor me subía por el pecho o bien se me trababa en la garganta a modo de lágrima. A veces surgente, a veces tímida, pero siempre presente.
En realidad la angustia fue la última etapa de una situación de malestar que se había prolongado por cinco años. Al principio más tímidamente o enfocado en alguna cosa en particular: una situación cotidiana con algún vecino, un fracaso laboral, una insatisfacción con la escuela de mis hijos. Durante ese tiempo hice cursos, leí libros, busqué actividades. Nada lograba llenar ese vacío, esa sensación de incomodidad, ese malestar. Esa sensación que a falta de nombre no carecía de entidad o de peso. Ese malestar con la vida, con lo que hacía, con lo que no hacía, con las noticias, con el mundo, con el devenir de las cosas, con la tragedia humana. Estaba tan sensible que poseía un detector del drama en las noticias o en la calle.
Más allá de que cada persona sea un caso particular y probablemente haya muchas razones para cada malestar es menester reconocer que podrían siquiera no necesitarse algunas personales en este contexto de violencia y de pavada. Me pregunto si no deberíamos enfermarnos más, deprimirnos más. En algún punto se me ocurren más anormales quienes no se encuentran afectados. Cómo se puede estar inmune en una habitación con ébola? Cómo se puede comer en un país donde algunos deben proveerse comida en los estacionamientos de la basura? No olvido el shock que me produjo ver el titular del 50% de nuestro país es pobre. O salir una noche de mi trabajo y caminar por Florida para ver que estaban a la espera de la salida de las bolsas de basura en los negocios de comida rápida. Mi esposo me había comentado pero verlo era otra cosa.
Continuará....
lunes, 14 de mayo de 2007
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