lunes, 21 de mayo de 2007

Mirar en positivo

Desde hace un tiempo he tomado como conducta no criticar a los otros, consciente aún de que no siempre lo logro.

Pero más allá seguir fallando (gracias a Dios menos que antes) he caído en la cuenta que ver los defectos de los demás, aún en lo cierto, no conduce a nada, en todo caso resta.

No quiero hablar mal de los demás ni escuchar a otros que lo hacen. Esto me ha llevado a alejarme de muchos y por lo pronto no me acercó a nadie, pero no me siento sola.

Claro que sí hago comentarios inadecuados que no respetan lo antedicho, claro que sí escucho a otros decirlas pero ahora no me “engancho” con el otro. Si me doy cuenta y no tengo riesgo de parecer descortés, me retiro.

Por lo demás: voto a los que menos critican dentro de los que me parecen pasibles de llevar una buena gestión adelante. Desconfío de los que critican porque la crítica a otros siempre es una buena razón para lo que no se pudo o no se supo hacer. Y esto aplica también para mí, especialmente para mí.

Me he dado cuenta que cuando he criticado ha sido siempre por debilidad y así pude verlo en los otros. El enojo con los otros es un reflejo de mí. Este concepto tan extremadamente difícil de comprender, tan extremadamente contrapuesto con la autoestima es cierto en casi su totalidad; aunque algunos enojos parecen contradecirlo. No sé aún que casos no responden a esta variable, o qué parecieran indicar.

Se me ocurre que la Vida está haciendo lo mejor para mí en la medida que yo hago lo mejor a mi vez. Que existe la Ley de las Compensaciones de un modo tan sutil, tan alejados causa-efecto que siempre nos quedamos con la impresión de que a los que les va mejor es a la “mala gente”.

Sólo cambiando en el interior se nos permite ver la realidad en perspectiva. Sólo creciendo en lo interior vemos que todo es tan diferente a cómo lo hemos pensado que quien algo pudo ver sabe que lo cree hoy dejará de ser cierto un poco más adelante.

“Sólo sé que no sé nada” dijo Sócrates y no se trató de una frase cualquiera. Lo que sabía le había permitido ver que el túnel del “mirar” es infinito. Que aún cuando los objetos, circunstancias y datos sigan siendo los mismos hay miles de manera de mirarlos y cuando cambias una, y otra, y otra vez, sólo puedes estar seguro de que no sabes nada.

No perdamos de vista que la ciencia no mira cosas nuevas; mira las de siempre bajo nuevas perspectivas.

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